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LA MÚSICA ELECTRÓNICA Y EL DISEÑO

La nueva era digital ha unido más que nunca estos dos mundos que hasta hace unos años tan solo se entendían en el campo del diseño gráfico a la hora de crear portadas de álbumes y vinilos. Las cada vez menos tiendas de discos están siendo sometidas a una criba que les obliga a adoptar nuevas estrategias o enfoques hacia nuevos mercados que les permitan sobrevivir. Pero pese a que parezca que las nuevas tendencias musicales en las redes como las plataformas de streaming estén causando un grave daño en la industria, la cantidad de actividades laborales y económicas relacionadas con el mundo de la música aumentan más que nunca.

Podemos observar este crecimiento de actividades observando nuevos campos cada vez más presentes como el de la identidad corporativa, el branding, la dirección creativa, las redes sociales, la promoción de eventos, el diseño web, la moda o el mundo de los videoclips. La implementación de estos nuevos métodos o estrategias son el mejor recurso para que cada artista pueda desarrollar su propia identidad y de esta forma poner en valor su personalidad como arma de diferenciación frente al resto de artistas. Ejemplos de ello los podemos encontrar en la máscara e identidad de Deadmau5, el uso de seudónimos como Gaia para Armin Van Buuren, las excelentes campañas gráficas del equipo creativo Rebels Studios de Steve Angello, o los proyectos paralelos de artistas como Richie Hawtin y su Enter.Sake.

En el mundo del cine, la coherencia y cohesión entre lo que ves y escuchas, permite vivir experiencias muy intensas que acaparan tus sentidos para lograr la mayor emoción posible. Pues este es el camino que está tomando la música electrónica, donde ya no solo hablamos de sonido, sino de sonido e imágenes que crean experiencias.

Si hasta antaño los eventos en vivo se dotaban de una buena instalación de luces y el uso de objetos de interacción como pelotas de playa gigantes, la exponencial revolución tecnológica que vivimos estos últimos años está, no solo mejorando increíblemente aspectos como la iluminación, sino que introduce nuevos conceptos a las actuaciones en vivo como las pantallas, con geometrías cada vez más creativas, escenografía, ambientación, o el uso de chorros de humo, fuegos artificiales, cañones de confeti…

Es evidente que en este momento, el sector mainstream de la música electrónica es el que más presupuesto gasta en todos estos elementos, realizando espectaculares despliegues de recursos en grandes festivales como Tomorrowland o Ultra que ofrecen al espectador más una experiencia que una actuación musical, sin embargo todos los géneros intentan llevar a su terreno todas estas estrategias, por muy antagónicas que parezcan, pues puede que una ausencia casi total de iluminación en una actuación sea algo perfectamente premeditado.

Una de las bandas pioneras a la hora de tomar medidas revolucionarias en el escenario fue Massive Attack, quienes comenzaron a actuar a contraluz, de forma que los espectadores percibían a los demás como siluetas negras. Otro ejemplo es el de Gorillaz. El grupo capitaneado por Damon Albarn, generó sus propias especulaciones sobre que la formación estaba integrada por dibujos animados, llevando esta idea hasta las actuaciones en vivo, donde los verdaderos integrantes tocaban tras una pantalla donde el público podía ver a los integrantes ficticios actuar, en vez de a los reales. Y sin tener que echar mucho más atrás, en la edición del año 2012 del festival californiano Coachella, se vivió una de las reacciones más espectaculares de los últimos tiempos cuando el público quedó estupefacto al ver emerger del suelo al rapero 2pac Shakur, asesinado en el año 1996. El silencio sepulcral y la posterior reacción del público al ver a la fallecida estrella del hip-hop actuar junto a Snoop Dogg fue uno de los momentos más emotivos alcanzados por la tecnología aplicada a los eventos musicales en directo, ya que la figura del rapero era tan solo un holograma generado por ordenador (algo que la gente que lo desconocía tardó unos segundos en reconocer)

Existió una época dorada en la que las portadas de los vinilos o CDs eran encargadas a grandes agencias e incluso eran los propios artistas los que se involucraban en su diseño con la intención de transmitir la mayor coherencia entre contenido y continente, pues no existía la facilidad de escucha previa y en masa actual. De la misma forma los CDs empezaron a incluir pequeños libretos con arte gráfico y fotografía referente al artista y al trabajo realizado.

Aunque pueda parecer que esto se ha perdido, con el formato digital toda esta información visual se está trasladando a las redes sociales y webs especializadas. Sin embargo no todas las discográficas renuncian a estos “viejos métodos”, siendo una buena estrategia entre labels independientes, como la londinense Hospital Records, que añade especial valor a sus copias físicas al prestar especial cuidado al diseño y al autografiar cada artista las primeras ediciones de cada uno de sus trabajos.

Son pocos los nostálgicos que prefieren la experiencia del vinilo frente al consumo en masa y la comodidad del formato digital, pero no debemos ser tan críticos con este último y en general con todos los avances que se están sucediendo. Todo esto puede ofrecernos mucho más del mundo de la música y el diseño de lo que jamás hubiéramos imaginado, ya que el impacto cultural, visual y económico (aparición de muchos nuevos perfiles como el del VideoDJ o técnicos de iluminación), requieren de mucha más dedicación y compromiso hacia una industria musical cada vez más seria y profesional.

Fuente y texto: viciousmagazine

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